martes, 26 de febrero de 2013

6 Sentidos

Uno de los más antiguos ancestros de al menos 65,000 especies de vertebrados contaba
con la capacidad de percibir campos electromagnéticos debajo del agua, un sexto sentido
natural que todavía sobrevive en ciertos animales

jueves, 14 de febrero de 2013

Hallan microorganismos genéticamente cautivos que explicarían la mitocondria.

La teoría de la simbiogénesis, como fuente de diversidad durante el proceso de evolución, ha sido propuesta de un modo u otro desde principios del siglo XX por distintos evolucionistas: Konstantín Merezhkovski en 1909 desde Rusia, E. Wallin en 1927 desde EE.UU. y Paul Portier desde Francia. Lynn Margulis, rescató estas ideas de un olvido muy conveniente, después de haber probado que la aparición de las células eucariotas es consecuencia de procesos simbiogenéticos (transferencia masiva de material genético entre dos especies). Ella añade a la clásica visión NeoDarwiniana la noción que la aparición de nuevas especies, el propio mecanismo de especiación, y la mayoría de órganos y caracteres de los organismos son producto, igualmente, de procesos simbiogenéticos. Por supuesto, que la inmensa mayoría de la comunidad científica no acepta su propuesta, solo acepta instancias aisladas de endosimbiosis, tal como el origen del orgánulo denominado mitocondria.
En la actualidad, la comunidad científica acepta abrumadoramente que toda diversidad biológica es consecuencia de mutaciones aleatorias del ADN sobre la cual actúa la selección natural, no considerando que el mecanismo de simbiogénesis juegue un papel rector en la evolución salvo en el caso concreto del paso de procariotas a eucariotas.
darwin neodarwinismo simbiogénsis mitocondria evolución algas
La fotosíntesis es un proceso clave para la vida en la Tierra que sólo plantas, algas y algunas bacterias son capaces de hacer. La teoría de la evolución microbiana sugiere que hace unos 1.000 millones de años, hubo microbios que desarrollaron una endosimbiosis con otros organismos dotados de propiedades fotosintéticas. Esto condujo a que los primeros, por así decirlo, “absorbieran” a los segundos, y usasen a estos “prisioneros” como fábricas de alimento accionadas por energía solar para asegurar su nutrición.
Esta absorción debió acarrear que finalmente el microbio original adquiera capacidad fotosintética, y que el resto del organismo “cautivo” desapareciera. Sin embargo, hasta ahora ha sido endeble el conjunto de evidencias de que esta absorción microscópica fuera la que finalmente condujo a los organismos fotosintéticos actuales.
La endosimbiosis es una asociación íntima entre especies, en la que una célula vive dentro de otra. Si las células viven juntas el tiempo suficiente, intercambiarán genes, aunque a menudo mantienen cada una su membrana celular y algunas veces sus propios genomas. Con el paso de las generaciones, esta relación puede acabar conduciendo al surgimiento de una nueva forma de vida.
Los científicos sospechan desde hace tiempo que la endosimbiosis está detrás de muchos saltos gigantes de evolución, pero es difícil encontrar casos en los que una fase muestre de forma inequívoca las dos identidades en proceso de fusión.
Una interesante investigación sobre el fenómeno en dos algas, Guillardia theta y Bigelowiella natans, ha sido llevada a cabo por el equipo internacional de Bruce Curtis, de la Universidad Dalhousie en Halifax, Canadá, y Geoff McFadden de la Universidad de Melbourne en Australia.
El estudio de estas dos enigmáticas y complejas algas ha revelado ese proceso de “absorción” en acción. Ahora los científicos pueden examinar a un organismo fotosintético que consta de dos “suborganismos” por así decirlo, lo que permitirá averiguar muchos detalles sobre cómo dos organismos que originalmente eran muy diferentes se han acabado fusionando genéticamente.
Al principio, los organismos cautivos son como prisioneros en un campamento de trabajos forzados. Reciben comida de sus captores y trabajan para ellos. Pero la barrera entre ambos organismos se va haciendo más ambigua con el paso del tiempo, hasta que, cuando se dan las circunstancias apropiadas, el organismo que vive dentro del otro se fusiona gradualmente con éste, dando lugar a un organismo único. En la fase actual, las dos células de los organismos citados, una cautiva y la otra captora, aparentemente han alcanzado una situación evolutiva en la que ambas son dependientes la una de la otra para sobrevivir.
Este descubrimiento añade mayor credibilidad a la teoría de que gran parte de la vida fotosintética en la Tierra y la biodiversidad resultante comenzaron gracias a la fusión entre dos organismos viviendo uno dentro del otro.
vía cooperacion..

 

El Futuro Humano

Con los años el ser humano evoluciona y como consecuencia de estos cambios hay partes del cuerpo que ya no cumplen función alguna.

Las muelas del juicio: No son necesarias para la correcta ingestión de los alimentos, eran útiles a la hora de masticar ramas o huesos, pero ya no son de mucho uso, más que para darnos dolor.

El apéndice: Servia como área especial para digerir celulosa cuando la dieta de los humanos era más vegetariana.

Los músculos erectores del pelo: Antes servían para erizar el pelaje y simular un cuerpo más grande y como protección en épocas de aislamiento, pero actualmente a no tener casi pelo se puede prescindir de esta musculatura.

El dedo meñique: Con el tiempo cada vez se hace más pequeño y llegara el momento en que desaparezca por completo. Es prescindible para el equilibrio de nuestro cuerpo.

El coxis: Son vertebras fusionadas, es lo que nos queda del rabo que alguna vez tuvimos.

Puede que en un futuro ya no tengamos estas partes pero hayan aparecido nuevas.

lunes, 4 de febrero de 2013

Aumentan los casos de evolución acelerada en algunas especies

Las actividades humanas y el cambio climático impulsan súbitos cambios genéticos en animales


Las actividades humanas y el cambio climático se están convirtiendo en agentes de la evolución de las especies, provocando cambios genéticos en pocos años, cuando históricamente se han necesitado cientos si no miles de años para que se produzcan. El último episodio de evolución acelerada ha sido detectado en un sapo gigante australiano, que en sólo 70 años ha desarrollado patas más grandes para poder colonizar territorio virgen. Además, ha provocado una modificación en las mandíbulas de las serpientes del país para que estos sapos puedan servirle de alimento. Ardillas de Canadá alumbran a sus crías 18 días antes del ciclo natural para poder alcanzar las nueces maduradas antes de tiempo debido al cambio climático. Y salmones norteamericanos se han dividido en dos especies diferentes en sólo 60 años para adaptarse a un nuevo entorno. Por Eduardo Martínez.



El Bufo Marinus
El Bufo Marinus
Las actividades humanas y el cambio climático están provocando que algunas especies animales evolucionen con rapidez. El última caso conocido es el del llamado Sapo gigante o Bufo Marinus, cuya propagación en Australia aumenta año tras año desde que fuera traído a ese país en 1935.

Richard Shine, de la Universidad de Sydney, ha descubierto que este sapo se está expandiendo por Australia con una velocidad inusual gracias a unas modificaciones genéticas que en menos de 70 años le han proporcionado unas patas mucho más grandes que las originales.

Los resultados de su trabajo han sido publicados en la revista Nature, donde explica que, desde que en 1935 fuera introducido un cargamento de estos sapos en el país, importado desde Hawai con el fin de combatir las plagas de escarabajos que sufrían las plantaciones de caña de azúcar, el Bufo marinus se ha extendido alarmantemente.

En el periodo que va desde 1940 a 1960, estos sapos “tomaron” unos diez kilómetros de territorio desde la región de Queensland. En la actualidad, invaden nuevas áreas a un ritmo de 50 kilómetros al año. Como media, avanzan más de medio kilómetro cada tres días. En total , el Bufo Marinus se ha expandido a lo largo de más de un millón de kilómetros cuadrados de la Australia tropical y subtropical.

Adaptación útil y cambio climático

Según explica Shine en un comunicado difundido por la Universidad de Sydney, existen más casos de evolución acelerada de otras especies en Australia, como consecuencia de la introducción del sapo gigante en el país.

Señala al respecto que las serpientes nativas intentaron en un principio comerse a estos sapos, pero que morían en el intento porque, además de grandes, estos sapos son tóxicos debido a secreciones venenosas. Pero, en sólo unos años, las serpientes han modificado sus mandíbulas, de manera que se han vuelto capaces de utilizar a estos sapos como alimento y ya no son vulnerables a su veneno.

El Bufo marinus es sólo un ejemplo de lo que puede ocurrir como consecuencia de la acción humana o del calentamiento global. En los últimos 20 años, los biólogos evolucionistas han advertido de la relevancia que están tomando los casos de las especies que viven una evolución acelerada.

Por un lado, este hecho es positivo: el número de especies que se extinguirán como consecuencia del impacto humano sobre la Tierra será menor porque la capacidad de adaptación les permitirá sobrevivir. Por otro, como es el caso del sapo australiano, la modificación genética se ha convertido en un desastre ecológico.

Ardillas de Canadá, salmones de USA

Otro ejemplo de esta capacidad de evolución acelerada la encontraron recientemente investigadores de la Universidad de Alaska por primera vez en mamíferos: se trata de la ardilla roja del territorio de Yukon, en Canadá.

Tal como publicó en su día el Alaska Science Forum, este animal ha logrado adaptarse genéticamente al calentamiento global: sus hembras dan a luz una media de 18 días antes de lo que lo hacían sus abuelas. La finalidad de este adelanto de nacimientos: ser las primeras en alcanzar las nueces que maduran antes de lo habitual debido al cambio climático.

Hay otros casos documentados de la así llamada evolución rápida que sorprenden a los biólogos evolucionistas. Andrew Hendry, de la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos), llamó la atención en 2000 al publicar un artículo en la revista Science señalando que habían bastado sesenta años para que los salmones del Lago Washington se escindieran en dos poblaciones diferentes.

Esta rapidez (sólo sesenta años) contradice la creencia de que la evolución de las especies se produce en cientos o miles de años y que por lo tanto no puede ser percibida en tiempo real durante el tiempo de vida de un científico.

Diez veces menos tiempo

El caso de los salmones es bastante elocuente: introducidos en los años 30 en el lago Washington, cerca de Seattle, en sólo 60 años se han formado dos grupos distintos: uno se ha establecido cerca de la orilla, el otro en las profundidades. Las dos poblaciones de salmón han desarrollado adaptaciones diferentes al medio que les diferencian entre sí un 10%, según la investigación de Andrew Hendry, de ocho años de duración. No obstante, serñala Hendry, serán necesarias todavía nuevas generaciones para que los salmones terminen siendo completamente diferentes entre sí desde el punto de vista genético.

El estudio de Hendry confirmó lo que suponían los modelos teóricos de la especialización de las especies: que las diferencias desarrolladas por una población para adaptarse al medio, contribuyen a aislarlo sexualmente y le impiden reproducirse con individuos de la misma población original, provocando así el nacimiento de una nueva especie. Es uno de los tipos de especiación.

En el caso de los salmones del Lago Washington, el aislamiento reproductivo se habría instalado en un máximo de cincuenta años, es decir, en el espacio de sólo 13 generaciones, un período de tiempo diez veces menor que el estimado para el nacimiento de una especie, según los modelos teóricos vigentes.