jueves, 14 de febrero de 2013

Hallan microorganismos genéticamente cautivos que explicarían la mitocondria.

La teoría de la simbiogénesis, como fuente de diversidad durante el proceso de evolución, ha sido propuesta de un modo u otro desde principios del siglo XX por distintos evolucionistas: Konstantín Merezhkovski en 1909 desde Rusia, E. Wallin en 1927 desde EE.UU. y Paul Portier desde Francia. Lynn Margulis, rescató estas ideas de un olvido muy conveniente, después de haber probado que la aparición de las células eucariotas es consecuencia de procesos simbiogenéticos (transferencia masiva de material genético entre dos especies). Ella añade a la clásica visión NeoDarwiniana la noción que la aparición de nuevas especies, el propio mecanismo de especiación, y la mayoría de órganos y caracteres de los organismos son producto, igualmente, de procesos simbiogenéticos. Por supuesto, que la inmensa mayoría de la comunidad científica no acepta su propuesta, solo acepta instancias aisladas de endosimbiosis, tal como el origen del orgánulo denominado mitocondria.
En la actualidad, la comunidad científica acepta abrumadoramente que toda diversidad biológica es consecuencia de mutaciones aleatorias del ADN sobre la cual actúa la selección natural, no considerando que el mecanismo de simbiogénesis juegue un papel rector en la evolución salvo en el caso concreto del paso de procariotas a eucariotas.
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La fotosíntesis es un proceso clave para la vida en la Tierra que sólo plantas, algas y algunas bacterias son capaces de hacer. La teoría de la evolución microbiana sugiere que hace unos 1.000 millones de años, hubo microbios que desarrollaron una endosimbiosis con otros organismos dotados de propiedades fotosintéticas. Esto condujo a que los primeros, por así decirlo, “absorbieran” a los segundos, y usasen a estos “prisioneros” como fábricas de alimento accionadas por energía solar para asegurar su nutrición.
Esta absorción debió acarrear que finalmente el microbio original adquiera capacidad fotosintética, y que el resto del organismo “cautivo” desapareciera. Sin embargo, hasta ahora ha sido endeble el conjunto de evidencias de que esta absorción microscópica fuera la que finalmente condujo a los organismos fotosintéticos actuales.
La endosimbiosis es una asociación íntima entre especies, en la que una célula vive dentro de otra. Si las células viven juntas el tiempo suficiente, intercambiarán genes, aunque a menudo mantienen cada una su membrana celular y algunas veces sus propios genomas. Con el paso de las generaciones, esta relación puede acabar conduciendo al surgimiento de una nueva forma de vida.
Los científicos sospechan desde hace tiempo que la endosimbiosis está detrás de muchos saltos gigantes de evolución, pero es difícil encontrar casos en los que una fase muestre de forma inequívoca las dos identidades en proceso de fusión.
Una interesante investigación sobre el fenómeno en dos algas, Guillardia theta y Bigelowiella natans, ha sido llevada a cabo por el equipo internacional de Bruce Curtis, de la Universidad Dalhousie en Halifax, Canadá, y Geoff McFadden de la Universidad de Melbourne en Australia.
El estudio de estas dos enigmáticas y complejas algas ha revelado ese proceso de “absorción” en acción. Ahora los científicos pueden examinar a un organismo fotosintético que consta de dos “suborganismos” por así decirlo, lo que permitirá averiguar muchos detalles sobre cómo dos organismos que originalmente eran muy diferentes se han acabado fusionando genéticamente.
Al principio, los organismos cautivos son como prisioneros en un campamento de trabajos forzados. Reciben comida de sus captores y trabajan para ellos. Pero la barrera entre ambos organismos se va haciendo más ambigua con el paso del tiempo, hasta que, cuando se dan las circunstancias apropiadas, el organismo que vive dentro del otro se fusiona gradualmente con éste, dando lugar a un organismo único. En la fase actual, las dos células de los organismos citados, una cautiva y la otra captora, aparentemente han alcanzado una situación evolutiva en la que ambas son dependientes la una de la otra para sobrevivir.
Este descubrimiento añade mayor credibilidad a la teoría de que gran parte de la vida fotosintética en la Tierra y la biodiversidad resultante comenzaron gracias a la fusión entre dos organismos viviendo uno dentro del otro.
vía cooperacion..

 

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